Opinión crítica: Ágora

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Ágora: espacio abierto que funcionaba como la plaza pública de las ciudades-estado griegas. Era el centro cultural, comercial y político de la población.

Fui a ver Agora porque había que verla. Entré pensando en lo poco que me apetecía una histórica de romanos. Y sí, es de romanos y cristianos, de judíos y politeístas, de impíos, de filósofos, de hombres y mujeres. Es una historia que habla de personas, compleja como ellas, con enfoques múltiples, con profusión de temas, entre los que , desde mi punto de vista, destacan tres: el fanatismo, la frustración y el amor. El fanatismo de los creyentes, sea cual sea su religión; la frustración de los esclavos, ya lo sean por su condición o por su género/sexo; y el amor, en ocasiones al saber y, a veces, al otro. La condición humana la podemos percibir en Ágora.

Sí, me ha gustado y la recomiendo. El guión es bueno, redondo, complejo. La película es entretenida, emocionante hasta las lágrimas. Los actores no son guapos, son magníficos actores. La fotografía hace que algunas escenas se te peguen a la retina. La música acompaña, no se sitúa por encima, es un personaje más.

Y lo más impresionante: ha conseguido callar, una tarde de día festivo en un cine comercial, a ese público que comenzó a verla con aquel punto descortés al que todos estamos desgraciadamente ya acostumbrados. La cinta ha acabado y hemos seguido sentados, escuchando la música, dejando pasar los créditos. El público descortés se ha rendido a la historia convirtiéndose en un aforo respetuoso y quizá, hasta fascinado.