Sam Raimi en estado puro. La verdad es que es muy entretenida, te tiene en tensión todo el tiempo y la película se te pasa volando. Desde el principio hasta el final tienes un sobresalto tras otro con apenas respiros, además están bastante bien montados, aunque quizá abuse un poco de ellos y, sobre todo, de los decibelios, ya que no sabes si saltas por miedo o si te levantan las ondas sonoras.
El guión es bastante básico aunque curioso ya que la trama se basa en una negación de hipoteca, en estos momentos de crisis no sorprende ¿verdad? El caso es que estando la historia bien llevada mejor no complicarse con demasiados giros argumentales, así podemos prestar más atención a esa sombra que se intuye por detrás de la puerta.
Y la marca de la casa Raimi, toques de humor y gore. Sobre este último me parece que están un paso más allá de lo que debería, pero claro, si no no sería Raimi.
jueves, 6 de agosto de 2009
Opinión crítica: Arrástrame al infierno
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